Media docena de amistades que pueden salvar tu novela

Escribir una novela suele verse —a mí me pasa— como una tarea solitaria, y es muy cierto: nadie puede escribir por ti.

7/9/2024

Escribir una novela suele verse —a mí me pasa— como una tarea solitaria, y es muy cierto: nadie puede escribir por ti. Pero eso no significa que debas recorrer en solitario el largo camino hacia la publicación. Las amistades adecuadas pueden ayudarte a terminar tu obra, reducir la angustia del proceso, mantener la perspectiva mientras te acercas a la meta y llegar al día de la presentación de tu obra con tu cordura intacta.

Más o menos esto es lo que explica muy bien Karen Dukess, en un artículo que publicó en el Writer's Digest —no lo confundas con el legendario Reader´s Digest—, donde describe algunas de las personas esenciales con cuya amistad debería contar cualquier escritor. Yo agregaría alguna más (¿quién rechazaría a alguien que te trajera café y pastelillos cuando la trama se pone espesa?), pero coincido en la importancia de los que incluye en su publicación.

A decir verdad, aún no he publicado ninguna novela. Trabajo en ello con la intensidad que mi carácter procrastinador me permite, pero en este recorrido me doy cuenta de la importancia de la comunidad. En mi experiencia, aunque todavía me queda muchísimo trayecto hasta coronar alguna cima, tengo la suerte de sentir el apoyo incondicional de varias personas especiales que ni siquiera saben el efecto que provocan en mi producción.

Para empezar, está ese amigo que comparte tu pasión y sus angustias existenciales. Como señala Dukess, siempre anima mucho tener a alguien con quien hablar sobre el síndrome del impostor, lo de la brújula y el plano, los esquemas, los borradores interminables o los horarios de escritura que nunca funcionan como predican los coaches de todas las redes de escritores. En mi caso, ese papel lo representa un incansable grupo de amantes de la escritura creativa que nos reunimos periódicamente —ahora también por Whatsapp, ¿cómo no?—, en el que, cual secta de iniciados en el «relatocortismo» moderno, intercambiamos confidencias, trucos, publicaciones, críticas, y estamos dispuestos a escuchar con paciencia las quejas de otros o repartirnos palmaditas virtuales —a veces físicas— tras exponer nuestras creaciones ante el limitado foro de aprendices de la pluma y el teclado.

La autora del artículo acierta cuando nos recuerda a esa otra amistad que todos tenemos ahí, en un «discreto segundo plano» —topicazo, por cierto, pues hay segundos planos muy notorios—, que siempre está dispuesta a darte un empujón, otro y todos los que hagan falta... Pienso enseguida en un vecino que, después de haberme escuchado todos los veranos junto a la piscina mis cansinos planes de escribir una novela, me mira fijamente y me dice: «¿Otra vez con eso? ¡pero ponte ya, coño!». Esa tarde volví a casa con su voz retumbando en mi cabeza y con una renovada fe en la escritura. Es increíble lo que puede hacer un poco de escepticismo constructivo.

Cuando termine un borrador y esté listo para enviarlo a las editoriales, necesitaré a alguien que haya recorrido el camino antes. Aunque aún no ha llegado ese momento, sueño con tener a alguien como una excompañera de la escuela de idiomas de mi ciudad, una periodista todoterreno bien curtida, enciclopedia viviente en cuanto a la publicación se refiere, que responda a mis dudas sobre el proceso de entrega, contratos con agentes, marketing, publicidad y giras de mi incipiente libro. Solo espero que no me ocurra lo que a Dukess, y que las respuestas de mi amiga no sean tan extensas que termine con más preguntas que cuando empiece a contar con su asesoramiento.

Lo siguiente sí lo tengo controlado, y prometo seguir el consejo de la autora en cuanto crea que mi felicidad futura va a ignorarme si no consigo terminar mi libro. En ese momento buscaré —ya tengo dos o tres posibles candidaturas— a alguien que viva una vida perfecta y feliz ¡sin libros! Quizás su primera reacción el día que consiga un contrato de una editorial sea algo como «¡qué guay!, ¿y qué te vas a poner para la presentación?», o bien, cuando un famoso locutor de un programa de radio literario decida no entrevistarme (en ese futuro que anhelo), el amigo que no lee me dará perspectiva preguntando «¿y quién dices que es ese cretino?»

Publicar un libro debe de ser maravilloso, y espero que algún día sea una realidad para mí. No se me había ocurrido pensar en que también necesitaré a alguien que comparta mi amor por los libros pero no mi ambición de escribir, y que pueda disfrutar de mi éxito sin ambivalencias. Mi «admiradora número uno» es una excompañera de trabajo que siempre se emociona por mis logros, sin plantear ni una remota sombra de envidia o taimada competencia. A veces creo que está más feliz que yo mismo cuando lo consigo.

En pleno avance de mi novela, he confiado en varios amigos para ejercer la delicada misión de lectores «cero», leyendo y criticando algún capítulo. He confirmado lo que cuenta Karen, cuando una de esas personas se acordó de la obra de una amiga suya y dijo, sin cortarse un pelo, que era «horrible». Está claro que la amistad no tiene nada que ver con la producción artística. A tus amigos les importas tú, no solo tu escritura. Recordar esto es liberador, especialmente cuando el bloqueo del escritor ataca con fuerza.

Por último, igual que necesitas amigos veteranos, también habrá alguien que necesite pistas sobre tu mundillo. Esa persona podría beneficiarse de tu modesta «sabiduría» adquirida con años de práctica. Si te cruzas con alguien que esté comenzando su camino hacia la gloria narrativa, puedes decirle que escribir no solo es una meta valiosa, sino un proceso muy enriquecedor, en el sentido menos lucrativo de la palabra, qué le vamos a hacer. Al ayudar a esa persona, recordarás cuánto has avanzado, aunque aún no hayas publicado. Tendrás ocasión de regocijarte pensando en todo lo que has progresado desde tus primeros intentos tímidos de escritura.

Con estas compañías cerca, y otras que seguro que se han quedado en el tintero —valga la manida expresión, ya que estamos en este ámbito—, el viaje de escribir y publicar tu obra será mucho más llevadero y gratificante. Así lo siento yo, y eso que aún me quedan duras y largas etapas de este viaje. ¡Mucha suerte en tu aventura literaria!