Cortinas de pasión
Relato con mucho cine
COLABORACIÓN
Marga Cánovas
¿Cómo esconder la mirada entre las cortinas de la pasión?
Recojo el enorme cortinaje color camel y me envuelvo en él, para sentarme en el sillón de oreja a rayas azules y grises. Entonces, fijo la mirada en la pantalla y me veo sentada junto a mi amado Denis Finch al mando de su avioneta, soy Karen Blixen y estoy viendo el mundo a los ojos de Dios.
Atrás quedan mi matrimonio fracasado y mis cosechas de café arruinadas... Mientras sigo mirando el rostro cálido de Denis, veo nubes y un cielo muy gris, pero al bajar de la avioneta, observo a lo lejos un local con letras luminosas, y leo "Rick's Bar".
Me doy cuenta que soy Ilsa Lund, me dirijo hacia ese lugar donde suena música alegre y entro.
Escucho risas y hay mucha gente, pese a ello, encuentro una mesita redonda vacía. Me siento y, junto a mí, Sam, un viejo gran amigo. Le pido llorando que la toque otra vez...
De repente, las teclas del piano dejaron de sonar, porque allí estaba Rick Blaine, el hombre al que más había amado en mi vida. Pero, por un guiño amargo del destino, no pude reunirme con él y con Sam, en el andén de la Estación Central de Tren de París...
De pronto me miro, y me veo vestida como una mujer y madre amish y me doy cuenta de que soy Rachel Lapp.
Estoy con mi hijo Sam de 8 años en la estación de tren de Philadelphia, porque vamos a casa de mi hermana. Sam me pide permiso para ir al baño, tardaba, el azar quiso que fuese testigo de un crimen… Había tanta gente a nuestro alrededor en unos minutos, que no podía imaginar, que él, John Book, también estuviese allí, entre todos aquellos flashes de cámaras y periodistas, libreta en mano.
Mi hijo Sam y yo nos ahogábamos. Decidimos volver a casa y, herido, llegó John a nuestra pequeña Comunidad, a nuestras vidas que giraban en torno a las cosechas, graneros y días tranquilos cosiendo y atendiendo a nuestras familias, dieron un paso a un escenario, totalmente nuevo para nosotros.
Conseguimos sacarlo adelante, contra todo pronóstico, y bailar a Sam Cooke en los brazos de John Book, en el granero de mi padre. La aventura más bonita que he vivido. The End.

