El destocado

Como un perro altivo, así accedió al casino clandestino, destocado, pero con el pelazo refulgente de gomina, ajeno a las miradas recelosas que lo vigilaban.

    En un lugar donde todos ocultaban sus cabezas, entrar sin sombrero era una provocación. Las bocas permanecían cerradas mientras se acercaba a la mesa de póker más concurrida. El crupier, nervioso, le señaló un asiento.

     Sonrió con suficiencia y tomó su lugar. Su presencia bastaba para alterar el ambiente. El cabello brillante no era un acto de arrogancia, sino de poder. Solo alguien que dominaba el juego podía ignorar la moda. Se decía que muchos habían salido de allí derrotados, arruinados por el hombre que no necesitaba más protección que su influencia.

       Las fichas se amontonaron enseguida junto a él, como atraídas por el magnetismo de su buena estrella. En ese garito, su suerte lo cubría mejor que cualquier fieltro en la cabeza, y solo jugaba para ganar.

Nota: este microrrelato participó en octubre de 2024 en el concurso Getafe Negro, una iniciativa de microrrelatos organizada por la Escuela de Escritores en colaboración con el Ayuntamiento de Getafe. La extensión máxima era de 150 palabras, y la historia debía comenzar por las palabras Como un perro.