Fe en ruinas
Relato con cicatrices interiores
ANTUÁN
Antuán
—Nunca entendí cómo pudiste creer tanto en lo que defendías —le soltó Álvaro a Marta, sin un saludo previo. No había rabia en su voz, solo una vibración contenida—. Me habría gustado tener esa fe... pero nunca lo conseguí.
Se acababan de encontrar, por primera vez desde el final de la guerra, en un rincón del pueblo que recordaban distinto, más vivo y entero, de cuando la familia de él cosechaba los campos de la de ella, solo dos años antes. Álvaro caminaba con pasos inseguros; ella, tranquila, recogía algunas flores silvestres que habían brotado entre las ruinas. En ese momento, levantó la vista para responderle, sonriendo con un punto de nostalgia.
—Creí, sí... pero no sin pagar un precio. Me pregunto si fue un error aferrarme tanto a mis creencias. La fe puede hacerte fuerte, pero también te ciega. Tú dudas, y eso está bien. Dudar te mantiene en movimiento.
Álvaro arrugó la mirada, sorprendido por la respuesta. No era lo que esperaba.
—Entonces, ¿te arrepientes de haber creído?
—Me arrepiento de lo que hice creyendo. —Marta se encogió de hombros, tranquila, como si ya lo hubiera aceptado hacía tiempo—. No es la fe lo que necesitas, Álvaro. Es el saber que puedes elegir, cambiar. No necesitas creer en algo inquebrantable para estar en paz.
Se quedó en silencio, mientras Marta seguía recogiendo flores, como si las cosas siempre hubiesen sido así.