El guarismo singular
Un relato sobre números
Antuán
7/19/20241 min leer
—Eres primo, convéncete —dice Seis, para consolarlo.
—No me basta, soy élite —responde Siete.
—Pero, por más que lo desees, nunca serás generoso ni ecuánime, eres indivisible y de imposible reparto.
—Claro, no puedo descomponerme en partes equivalentes, solo tendría posibilidades con Uno o con otro Siete. Si me divido entre Uno, me quedo igual; si lo hago entre Siete, regreso al Uno.
—Ciertamente, operar contigo es más complicado que con el resto. Admítelo, tu esencia te impide ser natural como los demás.
—Pero si me voy yo, tendríamos que irnos todos los de mi especie, y sería el caos.
—¡Jamás! Si te sirve de algo, recuerda que pocos guarismos han sido tan renombrados nunca en todas las civilizaciones. Eres los días de la semana, los chakras hinduistas, los sabios griegos, los mares, y muchos más, que no son cinco, ni ocho, ni dos, ¡son siete!
—Sí, como lo de ser número bíblico, los pecados capitales, las tribus de Israel, los brazos de oro de la menorá.
—Cuando te pones negativo, aunque no seas entero, no te aguanto. Ya me gustaría a mí tener tu figura y tu prestigio; eres interesante y bello, ¿qué más quieres?
—¡Ser útil!