El silencio de Jonás
Un relato breve
Antuán de Torre
1/18/20241 min leer
«Serás dueño de tus silencios y esclavo de tus palabras», es la regla de oro que el abuelo repite incansable a Jonás, pero el nieto se resiste a cumplirla, aunque su incontinencia verbal le produzca muchos disgustos durante su aún corta existencia entre los mortales.
Jonás refuerza su relato con datos verosímiles, comprobables o no, pero nunca fantásticos. La convicción con que se expresa completa el marco. Por eso, aún lo escuchan con simpatía, pues no es mentiroso, aunque su verborrea lo traiciona todo el tiempo. El problema no es de contenido, sino de cantidad del continente.
Ni recuerda cuántas veces lo han mandado en el cole al «rincón de callar», las menos de ellas, injustas, claro. Basta con que la voz proceda de su entorno para inculparlo.
Al final, se lleva todos los castigos, los merecidos y los que deberían cumplir los culpables. Porque, eso sí, Jonás puede ser un lenguaraz, pero de lo que no ejerce, en ninguna circunstancia, es de acusica.
Ese límite no lo traspasará, aunque con él pierda sentido el refrán del abuelo, pues sus silencios también lo esclavizan… por lealtad inquebrantable hacia sus compañeros y amigos: jamás hablará para delatarlos.