Aprovéchate de la segunda persona

Te preguntas por qué es tan especial, por qué algunos escritores la encuentran tan fascinante

7/11/2024

Te despiertas en medio de la noche. Hay una idea que te inquieta. Has estado leyendo toda la tarde sobre técnicas narrativas y algo te ha calado hondo: el uso de la segunda persona. Te preguntas por qué es tan especial, por qué algunos escritores la encuentran tan fascinante. Decides explorarla, quieres sumergirte en esta voz narrativa para dominar sus secretos.

Sentado ante tu pantalla, el silencio de la casa te envuelve. Abres tu procesador de textos y comienzas a escribir. Te diriges a ti mismo. Sientes una conexión inmediata con las palabras, como si estuvieras hablando con una versión más íntima de ti mismo. Escribes sobre la inmersión total que esta técnica te ofrece. Cada acción que describes parece cobrar vida, cada emoción vibra en tu interior. Los tópicos así expresados ahora te parecen geniales: caminas por calles desiertas o sientes el peso de la noche sobre tus hombros y cada paso resuena como un eco en el vacío. Estás ahí, en tu historia. No eres un mero observador, eres su protagonista.

Notas que la segunda persona crea una conexión emocional única. No es solo la historia de alguien más; es tu narración. Tus manos tiemblan al leer una carta, tus ojos se llenan de lágrimas con cada palabra escrita. Experimentas la intimidad de cada momento, la complicidad que se establece entre el autor y tú, el lector. Es como si alguien estuviera susurrándote al oído, compartiendo secretos y emociones profundas.

Buscas por qué esta forma de escribir favorece la exploración de la identidad y el autoconocimiento. Te miras al espejo —viejo recurso, menos recomendable que la segunda persona— y no te reconoces. ¿Quién eres? El relato te sirve para explorar tus propios deseos, tus miedos y tus aspiraciones. Cada situación te obliga a confrontarte, a descubrir aspectos de ti que desconocías.

Las posibilidades de la segunda persona te sorprenden. Te imaginas involucrado en mundos de ciencia ficción, rodeado de tecnología avanzada y colores brillantes. Despiertas en lugares desconocidos, sabes que cada decisión puede influir en el destino del universo. Viajas en el tiempo. Navegas por corrientes de infinitos cauces. Mezclas la fascinación y el temor sin saber a ciencia cierta —no ficción— si es debido al uso de esa persona.

Reconoces que escribir en segunda persona es un desafío, pero también una oportunidad para el experimento creativo. Rompes con las convenciones de la primera y tercera persona. Esa noche, cada frase que pules es una clara invitación a observar el mundo desde una nueva perspectiva.

Cierras por fin tu bloc de notas electrónico, satisfecho con lo que has descubierto. La segunda persona no es solo una técnica narrativa, es también una experiencia que transforma la forma en que vives y sientes una historia. Es un puente entre tú y el mundo que describes, una ventana a la intimidad y la inmersión total.

Te levantas y, de retorno al lecho, te sientes bien, como «empoderado» con una nueva y a la vez antigua herramienta para tu escritura. La segunda persona, concluyes, es más que una simple elección estilística; es una gran compuerta a magníficas posibilidades creativas. Te vuelves a quedar dormido.