Sentidos despistados

Relato sinestésico

Antuán

2/25/2024

¿No has notado nunca que la música te hable?, ¿o que los colores de un lugar hermoso te hagan salivar como si fuera la hora de comer, y la sola contemplación de su belleza te remueva las entrañas?

Dicen que los sentidos a veces pierden su rumbo. Yo lo creo, pienso que se despistan y hasta diría que se multiplican, para pasar de los clásicos cinco, a sumar innumerables combinaciones entre ellos.

Hoy te propongo, lector paciente, un brevísimo ejercicio de imaginación lingüística: ¿cómo llamarías al sentido responsable de que un amanecer «sepa o huela a aventura»? No, no contestes, era una pregunta retórica. Si quieres respóndete sin decírmelo. Quizás le estás dando vueltas… ¿el gusto, la vista y el olfato, todos revueltos?

Sigamos.

¿Qué me dices de una paella que «huele que alimenta»? Sí, el gusto más el olfato juntos, pero también juegan la deliciosa vista y el oído, al masticar el socarrat; sin abrir la boca, que queda feo.

Aún hay más.

Una vez me encontré con una persona que decía «saborear las palabras», y tuve que echarle en cara que eso no es tan raro, pues basta con observar a cualquier pareja de enamorados, que se olvidan de comer solo por estar juntos «dándole a la sinhueso» horas y horas. También puede ocurrir que se lancen «agrios» reproches, y entonces el sentido del oído se funde con el del gusto y provoca desasosiego y ganas de mirar para otro lado, para no tocar fondo.

Me sale ahora veloz por los dedos la expresión «un silencio tan espeso que se puede cortar», que combina el oído —inactivo, en este caso—, la vista y, quizás, el tacto, para buscar un cuchillo, oral o verbal, y sajar al culpable por donde se deje. Quizás haya que volver luego a cerrar la herida, por si la ausencia de silencio nos desgasta el oído, tanto, que nos quedemos solo con los cuatro sentidos restantes.

Y termino, elevando el registro de esta broma:

¿Cómo puede una voz tiritar, unos ojos matar, una sonrisa alumbrar o una boca quemar, cada vez que decimos «voz temblorosa», «mirada asesina», «sonrisa luminosa» o «beso de fuego»?

Ahí te lo dejo. No vuelvas a decirme que no te has sentido nunca algo sinestésico.