Sit Tibi Terra Levis

Relato mitológico

COLABORACIÓN

Ana Santa Marta

Nunca me gustó esta tierra, donde nos tratan como extranjeros, donde mi madre siempre fue una bárbara, en un mundo donde la existencia femenina está sometida a la voluntad de los hombres.

Aún el cielo está negro cuando unos gritos me despiertan. Llegan desde el exterior del palacio, desde dentro, cada vez más fuertes, cada vez más cerca.

Ella entra, de repente, con el miedo y las prisas reflejados en sus ojos. No necesita hablar, desde hace mucho que esperamos este momento, desde que padre nos abandonó para lanzarse a los brazos del poder. Mi padre, que no se cansa de contar sus hazañas, barnizándolas de valentía, ocultando que tras ellas siempre estaba mi madre, guiándole en la oscuridad, haciendo inmortal su nombre.

Mi madre, que siempre nos despertaba con el calor de sus besos, con una ternura que era un oasis en este mundo despiadado. Mi madre, la bruja Medea, sellado su destino por los dardos certeros de Eros, que la hizo amar, luchar, odiar y vengarse.

Nuestras pequeñas manos se aferran a las suyas para no caer. Ya estamos cerca y de repente siento frio, la oscuridad se ha vuelto densa y escucho el grito desgarrador de mi madre.

Hoy volamos hacia Tebas, nuestros cuerpos entre sus brazos. Hoy sus lágrimas frescas mojan mi rostro inerte, llenas de culpa por no poder protegernos.